La confianza es uno de los elementos clave en un negocio. ¿Por qué? Porque constituye una palanca que mueve a la acción y su carencia, genera miedo y por lo tanto parálisis.
Ningún cliente comprará nuestro producto o servicio si no confía en nosotros, ningún inversor acometerá ninguna inversión si no tiene confianza en la viabilidad y éxito de la misma y difícilmente culminaremos proyectos de manera eficaz si no confiamos en nuestros equipos de trabajo y los equipos de trabajo no confían entre sí. Trabajamos cada vez más en entornos colaborativos y la economía colaborativa ha creado modelos de negocio como Uber o Airbnb basados en la confianza.
Todos tenemos claro que la confianza es algo que uno tiene que ganarse pero ¿qué aspectos contribuyen a ganárnosla? Si fuéramos cocineros pondríamos en el puchero Consciencia, Claridad, Cumplimiento, Compromiso, Coherencia y Consistencia.
Sabemos lo que nos traemos entre manos y su repercusión (consistencia) y no generamos falsas expectativas o posicionamos “medias verdades” (claridad); nuestra palabra tiene valor (cumplimiento) y nos comprometemos con nuestros compromisos adquiridos (compromiso); no decimos una cosa para hacer otra (coherencia) y nuestra impecabilidad de los compromisos acordados se mantiene reiteradamente en el tiempo (consistencia). Y no vale con cumplir tres de seis; ganarse la confianza exige de todas ellas.
Y es que la confianza una vez ganada, es una reválida continua que nunca daremos por sentada y más confianza nunca será sinónimo de menos exigencia. La confianza minimiza el riesgo a la hora de emprender cualquier acción y es por confianza que se inclina la balanza a nuestro favor y los clientes nos recomiendan y repiten; es la base de cualquier relación a largo plazo.
Ahora párate un poco y haz un poco de introspección. ¿Tu negocio es confiable? Y como profesional, ¿eres confiable?
¿Hablamos?